sábado, 16 de octubre de 2010

Erase una vez nosotros #5


CAPITULO 5
Un nuevo juego: El gato y el ratón


Bien, me daré la vuelta, te dejare ir como un hombre de verdad. Me quedare en silencio detrás de ti, sin molestarte, mirándote desde lejos sin que lo sepas, para que olvides completamente mi existencia. Pero sabes bien que no estoy renunciando a ti, todo seguirá igual en mi mundo, yo soy tu chico y tú mi chica. Así que no te preocupes cuando colapses y caigas, yo volveré.
2pm♥ -I'll be back



Solté un tremendo suspiro que emergía del fondo de mi alma; agradecida por el descanso pero triste por saber que eso jamás sería eterno, ni aunque fuéramos inmortales sucedería.

Íbamos caminando entre todas las calles anticuadas de esa tal ciudad, Surrey, hablando de nada y afortunadamente siempre juntos, no podía evitar sonreírle de vez en vez, ya que quería contagiarlo, parecía una roca… una linda, por cierto.

Desde el momento en que me dio esas cosas tan cursis -¡Perdón! no podía evitar aquel oso de peluche fuera de mi desagrado, aunque tenía ojos acosadores y coquetos que me causaban gracia-. Un momento, de regreso a mi pensamiento anterior; Anne, ósea yo, dije perdón. Algo…

–Ten cuidado– espetó Peter con voz grave sujetando el cuello de mi vestido, ya que parecía irme a en medio de la calle dónde los carro no iban lentamente.
–¡Oh! Me has salvado la vida ¿Cómo puedo recompensarte buen hombre? –comenté andando de reversa para verlo directo a la cara, pero éste miraba a otros lados, concluí que era tímido.
–Simplemente camina por una línea recta imaginaria – otra vez me jaló, antes de que tropezara con una ancianita en silla de ruedas, esta vez sentí la llamada vergüenza.
–¿A dónde vamos? – le pregunté viendo que aumentaba la velocidad en el paso, y observando como traía Zoey mis regalos.
–A casa– finalmente me miró, aunque fuera de reojo.
–Bueno, ha sido bonito el rencuentro, Peter. –moví mis manos de un lado al otro, hasta le di un manotazo en el hombro–… Pero tengo que volver, ¿Recuerdas que vengo de América? Tengo que ir a buscar a Kevin, mi primo, y luego encontrar a mi amigo Jim, así que…
–¿Bromeas? – cuestionó el rubio tóxico de Ethan, era buena memorizando nombres.
–No– dije parándome en seco entre el tumulto.
–Ustedes bromean, ¿verdad?

Ninguno de los tres me respondía, solamente Peter se regresó desde enfrente para jalarme del codo. Ese tipo de actitud que volcaba en los hombres en definitiva no me agradaba era como si yo quedara en la nada y fuera una inútil.

–¿Quién te crees que eres? –le pregunté crispada de la rabia, ahora me sentía como un animal que en cualquier momento saltaría a cazar a su enemigo.
–¿Y tú piensas que me gusta tratarte así? –susurraba él sin perder la calma, cuando volví a darme cuenta de lo frío de sus palabras que no encajaba con la suave mirada que me daba, me tranquilicé.

Yo pensé que ya nada nos unía, por tal, me quité el collar que supuestamente era de su bisabuelo, que logré conservar todos estos meses, así que al final tomé su mano y lo puse en ella.

–Debe estar en el lugar que pertenece, siempre fue tuyo, no mío. –le dije
–A ti te gustan los juegos. –cambió repentinamente de tema todavía con el collar en la mano.

Sorprendiéndome de nuevo, puso velozmente sus dos brazos un poco más abajo de mis hombros, si alguien miraba de una diferente perspectiva pereciera un abrazo, aunque no lo era. Recargó su cabeza en mi hombro delicadamente, desde otra nueva perspectiva parecía que me decía cosas lindas al oído ¿por qué? Pues yo sonreía como una tonta, no solía pasarme ese tipo de cosas y lo peor fue mi reacción, se me ocurrió poner mi mano en su cabeza para acariciar su suave cabello.

Suspiré para poder continuar a decirle con voz clara: “Si”.

–Eres un ratón– me apretó demasiado a él, supuse que sabía que iba a reventar hasta enloquecer.

Era tanta la presión que tenía, que casi no respiraba, y lo que le decía salía muy débilmente de mi boca. Quería golpearlo, por primera vez en mucho tiempo de tener autocontrol, pero me apretaba hacía él y eso no me gustaba.

–¡Suéltame! –alcancé a gritarle.

Yo tenía el rostro junto a su pecho, y hasta donde entendía a algunas personas darían lo que fuera por estar así cursimente con su pareja, pero para mí esto era una prisión.

Fue entonces que me di cuenta que había dejado de apretarme un poco, ya que quitó uno de sus brazos y después a éste se le ocurrió verme, así que sintiendo su mirada quise verlo, ya que él era más alto que yo, me iba a sentir ridícula si me ponía de puntitas para observarlo mejor.

Me percaté de que ya no percibía mis pies en el suelo, además de que lo miraba frente a frente por primera vez, pues Peter me levantó.

–Sé que te llamas Annette–repitió por primera vez diciendo mi nombre, por supuesto que me quedé estática debido a que mi horrible nombre pronunciado por Peter se escuchaba mucho mejor –No he terminado, lo que quería decirte antes que te pusieras histérica es que tú eres el ratón y alguien más el gato ¿acaso no conoces el juego del gato y el ratón?

No le respondí con palabras sino con ademanes que por supuesto que no.

–Tú sólo vete, yo algún día regresaré y me encontraras otra vez. –pronunció sin gota de que hubiera algo más que la oración.
–¿Y qué se supone que debo hacer yo por mientras?
–Sólo prométeme que será así.
–Creo que… lo prometo. –fue cuando me bajó y me dio espacio, pero en aquel entonces, ya no lo quería.
–¿Cómo puedo estar tan segura que vas a volver?
–Sino sucede, tú vas a volver a mí, por eso te digo que te vayas. Yo, Peter estoy seguro de que sucederá.

Por supuesto que no me quedó nada de claro lo que dijo pero aún así fingí que comprendía lo que decía, pues pasara lo que pasara él no significaba nada o eso creía.

–No lo entiendes ¿ó sí? –Respiró una ventisca helada que pasaba –Pienso que así confiaras en lo que te digo, vendré a que me devuelvas esto. –

Sin equivocarme de lo que acontecía, lo que me dio fue un beso en la frente. Ahora estaba segura de que regresaría. No obstante, ahora tenía un poco de miedo y no sabia porqué.

–¡Pet! ¿Qué crees que haces? –llegó gritando Zoey y asustando a un par de perros que andaban por allí.

Creía que no le gustaba nada de aquello que pasó entre nosotros, debido a que tiró todas mis cosas, bueno, descubrí que mi miedo era por su presencia tan fantasmal; esos ojos no los olvidaría pues los mostró cuando aplastó las flores que Peter me regaló y destruyó el oso de peluche con sus manos.

–Eso no debió de suceder Peter, y lo sabes–comentó demasiado tranquilo, Ethan poniendo una mano en la cintura de Zoey..
–¡Ella no! – siguió gritando la rubia

Cuando pensé que algo horripilante me haría, el tiempo fluyó repentinamente… volvió a salirme ese ruidito de mi pecho al momento de escuchar ese golpe que me punzaba en los oídos ya que Peter le dio un manotazo a Zoey, la que pensaba era su amiga, o algo más.

Ethan en lugar de verle a él de mala manera, lo hizo conmigo y se acercó a decirme:

–Desde este momento, Zoey, Peter y yo, no hemos existido en tu vida, nunca nos has visto.

Para entonces ya me había desconectado de la realidad, los rubios se fueron y tuve la sensación de que los volvería a ver, a pesar de hallarme con palabras contradictorias entre Ethan y Peter. Decidí crearme una propia conjetura al respecto.

–Anne –nuevamente me impresionó la forma en que pronunciaba mi nombre–No te diría tan seguro que te fueras sino sabría que nos volveremos a ver, recuerda que cuando te caigas, yo en ese entonces volveré, será lo mismo.

–Gracias–

Él por fin sacó una sonrisa, a pesar de que se notaba triste. Para finalizar la despedida me tomó rápidamente de la mano y la besó.

Cómo siempre al final de tan buenos momentos llegó la dura verdad, yo me encontraba sola en este mundo, y en verdad lo estaba.

Volví a la estación de tren esperando tropezarme con Kevin, eso jamás sucedió. Me vi en la necesidad de ir a buscar a Jim pero el supuesto lugar de la convención no existía, en su lugar se plantó un almacén de comida enlatada. Bueno, no me quedaba más que ir de regreso a Surrey con Daniel y mi “familia”.

Arribé bastante cansada y con muchísimas ganas de dormir, no paraba de pensar en lo que tuve que pasar desde que conocí a los Rutherford. Toda la casa de Luke y Miranda Witt (que en paz descansara), se hallaba oscura sin una luz prendida, la puerta estaba cerrada y toqué el timbre, no una sino varias veces pero nadie salió. Empecé a desesperarme, sin embargo el traer un vestido no me importó e intenté meterme a la casa por alguna ventana. Escalé por donde pude y al final no logré nada; todas estaban herméticamente cerradas o algo por el estilo, sólo gané que me salieran callos en las manos.

Me dio tanto sueño, que no pude más y recargué mi cabeza en la puerta delantera, y aún con el frío me dormí. Vaya noche que pasé. Desperté gracias a algo pegajoso que advertí en mi rostro. La toqué y me di cuenta que era baba, pues un perro andaba por allí.

–¡Hermione! ¡Deja de mear a Anne!
–¡¿Qué?! –me levanté escupiendo
–No es cierto –se rió la dueña de la perra –Lo hice para que te despertaras, soy Ellen, mucho gusto. –me tendió la mano

Le acepté la mano a la pelirroja, ella parecía ser amable.

–¿Tú debes ser Anne, no? –
–¿Cómo lo sabes?
–Surrey es tan pequeño que te aseguró que todos saben todo de ti, como tu peso, tu estatura y tu estado civil. –la observé con un tipo de ojos cuadrados– Mal chiste, no tanta información. ¿Qué haces aquí? Según tenía entendido Marvin y los otros regresaron de vuelta a América
–¿Qué dices?
–¿No sabías? –cuestionó insegura.
–No, anoche llegué y nadie me abrió la puerta pero no creo que sea así.
–Luke, como creo que sabes volvió a su puesto en la armada, por lo tanto no podía cuidar a su hijo y decidió enviar a Michael a un internado, no había quien lo cuidara o eso creyó él, pero en fin el punto es que no hay nadie, pensé que tú… bueno, mejor no lo digo.
–Gracias –dije tristemente con un nudo en la garganta y quise salir corriendo, pero alguien me detuvo en ese instante, ¿por qué esas cosas me pasaban?
–¡Hey, Anne! –me dijo el tipo –Soy Josh

Le sonreí forzadamente y quería otra vez intentas correr pero me frenó reiteradamente de hazaña.

–Creo que no tienes a dónde ir, aunque suene cruel y despiadado.
–Si, lo sé.
–Puedes acompañarnos, a mí y a Josh.

Él se veía de la edad de Kevin y ella un poco mayor, pero parecían agradables, pues no eran tipo Edgar, George o Brigitte que andan siempre con fachas estrafalarias sino más deportivos y me daban confianza.

Ni siquiera aprecié nada, solamente quería estar lejos de ellos, pero mi razón me decía que ellos no tenían malas intenciones. Me dieron paso a una casa que no estaba muy lejos del instituto en el que estudié un año. Creo que la casa era de Ellen, en cuánto entramos, me senté en el sofá.

–¿Y cómo ha estado Kevin? –preguntó la chica de ojos verdes, muy bonitos según yo. –Ya no se ve tan mal.
–Te acuerdas de pequeños, cómo estaba de amargado –comentó Josh junto a su… no sé que era Ellen de él, y con la boca llena de galletas de animalitos.
–Sabes perfectamente que de niño lo molestaban, por su peso. Y por lo de…
–¿Ustedes conocen a Kevin?
–Diría que bastante bien –se rió levemente– Él es mi hermano menor, y por lo que oigo estoy segurísima que no te habló de mí ni siquiera el día en que nos vimos.
–¿Eh? –le contesté.
–La noche en que se metieron a la mansión Winfrey, yo era aquella chica que te salvó de Kevin, ya sabes alguien llamó a la policía que se andaban metiendo a ese lugar, mi papá me avisó y mejor fui a decirles antes de que otra cosa sucediera.
–Increíble, creo que aquí soy la persona que salgo sobrando en todo.
–Si te sirve de algo, yo también he pasado por cosas malas. No te tienes que ir, no hay un lugar al que vayas, es mejor que te quedes aquí.
–Puedes quedarte–Dijo Josh, yo lo miré algo confundida.
–¡Ah! Ellen es mi prima, yo vivo también aquí.
–En realidad no somos nada, pero eso es otro cuento. –dijo mientras se ponía un delantal de cocina –¿Vienes?
–¿A dónde van?
–A trabajar, mi papá es dueño de un local de comida, además de ser el sub jefe de la estación de policía de la ciudad.
–Creo que no tengo opción, así que vamos.

Ni siquiera había dado un paso afuera cuando Josh me dijo que no estuviera triste, que todo iba a estar bien mientras tocaba mis hombros.

El restaurante, estaba bastante retirado de la hermosa casa de Ellen, se me a figuraba a la de Blancanieves, como la imaginé. Pues quedaba a la descripción de aquella.

El lugar estaba cerrado pero cuando entramos, me ofrecí a ayudarles en lo que fuera, ellos amablemente dijeron que podía ser la mesera, sólo por ese día. Las personas rápido llegaron y comencé a hacer mi trabajo.

En general iba bien hasta el momento en que entraron George, Edgar y Brigitte, de cualquier manera tenia que atenderlos pues no había nadie más.

–¡Hola! –Llegué diciéndoles –¿Cómo han estado, chicos?
–Quiero un vaso con agua al tiempo, y tráenos rápido el menú. –ordenó fríamente sin verme a los ojos mi supuesta amiga Brigitte.
–Ey mesera, no te tomes atribuciones que no te corresponden, solo eres eso. –dijo Edgar–¿Verdad, Brigitte?
–Si como digas.
–¡Apúrate! Tengo mucha hambre
–Ni siquiera has pedido algo –me defendí contra George después de todo lo que me había hecho.
–George, deja de enfadar si no quieres la puerta es muy grande para que salgas por ella.
–Ya, Joshy poshyi, creo que tuve que soportar mucho tiempo a Ellencita con su onda rara, ahora por favor solamente queremos que nos dejen de rugir las tripas.

Josh, Ellen y yo suspiramos profundamente.

Está bien me sentí muy dolida no solo por su actitud, sino por miles de situaciones que se amontonaron oprimiendo a mi corazón sin dejarlo un segundo descansar. Y por algo tan extraño cuando pensaba en que descansar se me venia a la mente “Peter”.

Para aquel momento creía que nada tendría que ver él en mi vida, qué equivocada estaba.

No había nadie disponible que no fuera yo en ese misma noche cuando casi parecía explotar el lugar. Sonó y sonó el teléfono desesperadamente por lo que contesté a la milésima vez, tal vez exageré un poco, pero si que sonó.

–¿Diga? –contesté
–Eres tú –dijo la voz furiosa de un hombre
–Si soy yo, ¿quién más sería?
–Mi Vivi…
“¿Qué tengo que ver yo con esa Vivi?”


*Vivi, si es por ti :) lalalala*

Para mi papá que sabe que lo amó, para ti es esto :)

sábado, 9 de octubre de 2010

Lo sé, como qué me llamo Briana




Desde que tiene uso de razón, ha escuchado canciones de amor. Tanto fue su espera de que llegara ese amor por medio de las melodías, que decidió dejar el color rosa por el más oscuro y tétrico. Jamás les dijo a sus amigas que anhelaba un príncipe azul y que soñaba con que ella era una princesa, pues qué cosa de lo más ridícula, terminaba pensando. Se limitaba a decirles con una sonrisa forzada, aquel está lindo. Pero ese aquel nunca la volteó a ver. Después de tanto esfuerzo en mínimos detalles esperaba un te ves bonita. Pero se cansó cómo él que camina en un desierto eterno. Esas canciones que repetían la frase te amo, ahora le parecían grotescas ¿Quién dice eso en estos tiempos? Ya sabía que el amor no llegaría a su puerta y ella no se atrevería a salir de lo seguro. Tantas canciones de lo más preciosas pero sin sentido para aquella chica, pues no significaban nada. Era como una boca seca que bebía agua sin saciar la sed, pero ¿qué clase de comparación es esa? El esperar a amar a ese alguien es mucho más, era eso que te hace sonreír un segundo, eso intocable, era una caja de Pandora que recolectaba más que esperanza, pero ¿como hacerle entrar en la cabeza que el amor no se trata de un cuerpo bonito ni un rostro perfecto?, ya que tarde o temprano uno envejece y el alma es lo que sigue intacto.

Esa era yo, antes de conocerte y darme cuenta que sin tu amor no puedo vivir. Sin exageración, aún a la distancia, sin caras de por medio, siento que te amo.

¿Y si digo que volví…?

¿Y si digo que volví…? Alguna vez lo dije y lo repito: el tiempo sin duda pasa a gran velocidad. No estoy precisamente segura que hay...