Lo nuestro empezó por
casualidad. Al principio no pensé que iba a ser amor, pero en verdad es amor.
Cuando me miras siempre sonríes sin darte cuenta. Y antes de que te dieras
cuenta, empezaste a enamorarte de mí. Te has enamorado de mí, te has enamorado
de mi mirada. Yo también te amo, mi corazón te está diciendo que te ama.
CN. Blue – You’ve fallen
for me
ÉL: Al final sólo esto
valgo. Me engañé por mucho tiempo en que viví con los pies puestos en la tierra
más era mentira; caí de las altas nubes en que viví. Por tu fugitiva entrada, y
me guiaste directo a los problemas. Y hallamos la salida, tenemos que partir y
encontrar nuestro único camino.
ELLA: Las mariposas vuelan y a mí me
gusta perseguirlas. Es hermoso el cálido color del cielo claro y cómo las alas
de las mariposas alumbran mi camino. Por supuesto encuentro el aroma cautivante
a mis sentidos. Y si fuera poco, él está aquí, al final de la vereda.
Mi expresión cambia, es
que Alexander tiene el mismo semblante de cuando lo vi por vez primera. Frio.
Hasta que me ve y lo transforma por una sonrisa coqueta. Quiero correr a sus
brazos pero soy detenida por el pasado. David me ha susurrado que no lo olvide
y que no lo abandone por ese mandón... ni por nadie.
Fue un sueño con un
espeluznante desenlace, y lo iba a seguir.
Me pregunté más de una
vez en dónde estaba. Me sentí desconectada de todo, después de despertarme en
otro colchón que no era el mío. Ahora sí que me estaba volviendo loca o eso
creí hasta que tomé aire y capté el flamante aroma de ese chico arrogante. Así
que en un segundo volvía a mí lo que habíamos pasado.
Airada fue como me
levanté para reflexionar en lo que me había metido.
– ¡Dime que tú no me
juzgaras!– imploré a mi barriga sin que salieran las palabras de mi boca–
Escuché la voz de
Alexander, y la de otra persona. ¿Cuántas veces no imaginé su aislada vida en
una cueva? Suponía que esa era la primera llamada para que me fuera.
Entonces tendí la cama y
me quede con la duda de cómo llegué hasta allí. Sí, que tonto de mi parte y de
la de él.
Cuando iba a poner una
almohada en su debido lugar, oí lo que pudo estar dirigido a mí, sin más caminé
a la puerta y la entreabrí. Daba la casualidad que alcanzaba a ver un poco de
su conservación y a escuchar casi nada.
Mi vista se dirigió en
absoluto a Alexander que se mostraba igual de cabreado. Su expresión era rígida
y pareciera que no pestañaba. La persona que le acompañaba justamente me daba
la espalda pero noté muchas cosas; por ejemplo que era señora con un peinado
demasiado extravagante y con un afán de vestirse como una joven de alcurnia.
–
¡Aléjate de esa niña cualquiera!– gritó aquella mujer
–
¿O si no qué? – preguntó el soberbio sin que cambiara de semblante
Me di cuenta que llevaba
la almohada conmigo y la apreté porque acababa de enterarme de cosas que no
debí.
–
¿Por qué crees que te cedí a tu padre? ¡Eh! ¡Contéstame! Después de la
muerte de tu primo indudablemente serás el heredero de tu abuelo, y esa
chiquilla no quiero que se meta en nada.
– Y sí te digo qué ni siquiera me he acostado
con ella ¿Qué responderías?
Está bien, siempre estuve
consiente que Alexander no era de fiar. Era despiadado como cualquier niño rico
malcriado; pero eso es lo mismo que quise creer para confiar en él, sólo era un
niño con falta de cariño. Vanas
fueron mis esperanzas.
Él giró como si supiera
que siempre estuve allí, y nuestras distintas miradas chocaron por unos
instantes cuando salí con la almohada en mano. Agarré algunas de mis cosas y
seguí mi camino o eso deseaba.
–
¡Durmieron juntos! – vociferó la señora sin poder cambiar sus facciones
por el asombro, eso me olía a botox.
–
¿Acaso eres retrasada? Acabo de afirmarte tu duda.
El transcurso a la puerta
fue largo, y aunque no lo fuese, ya no me hallaba consiente de nada. Sólo que
traía una de sus almohadas y que lentamente el mundo seguía con el ciclo de la
vida.
Todo esto me dejo
sumamente confundida. Mi miraba no divisaba más que un punto imaginario en el
ambiente al que observaba, sin embargo ya había revalidado mi decisión que
traía en la cabeza desde que comencé a experimentar el remordimiento.
Y todo empezó en el mes
del amor y la amistad. Exactamente en el 14 del último febrero, y es que ahí te
gané, y llegaste a quedarte en mi corazón y también los perdí a ellos.
Aquel fue el día que
perdí mi virginidad inerte. Estuvo gozoso mi corazón. Aun cuando no me veía
segura, yo me hallaba fértil para lo que viniese. Hasta que me enteré que David
había sufrido un accidente de tráfico. Nunca me fie en que el destino llevara
con él mil y una sorpresa. Me dejó una de ellas en ese desagradable lugar pues
conocí a otro David, el único ser que compararía con Alexander; pues eran primos.
Pareciese como si fuera
hace poco, pero esto llevaba lo mismo que cuando conocí a Alexander.
Aun cuando no llevábamos
mucho tiempo junto no logré ignorar que él estaba en un grave estado luego de
chocar. Lamentablemente, en ese entonces no le quedaba mucho. Por lo que lo
quise ir a visitar.
Me confundí de cuarto, y
fue ahí cuando me encontré con el primo. O bien el casi gemelo de Alexander. En
cuanto entré le di la espalda charlé un tanto, sin saber que me hallaba confesándole
mis verdades a un extraño.
Me desconcerté ante su
silencio por lo que me giré y me halle con su arrogante rostro. Parecía un niño
ya que hacia una mueca tras otra. Me reí un segundo y detrás de ello volví decida.
–
Tú realmente no eres David – dije sintiéndome una tonta
–
Lo soy. Me llamo David.
–
Si, tal vez es así pero no te pareces en nada al mío.
–
Probablemente soy más guapo.
–
Como digas –
Entrecerré un tanto los
ojos.
–
¡Espera! – gritó intentando levantarse.
En sus ojos vi un
reflejo. David necesitaba algo, y verlo allí con un montón de vendas en su
cabeza comprendí que se sentía solo.
Detestaba estar en los
hospitales pero yo nunca iba a abandonar al padre de mi hijo. Pero después de
tanto estar allí me di cuenta que este era un lugar aun peor que un cementerio,
aquí la gente estaba sufriendo en vida y varias veces no tenía a nadie, estaba
segura que ese era su caso.
Le sonreí, esto
significaba más de lo que él creía. Me retiré y en ese momento sonó mi celular
y sí, sucedió lo que jamás hubiera deseado. Mi David tuvo que retirarse de este
mundo, y yo ya no tenía a nadie más que aquello que estuviera en mi panza.
Desde entonces yo seguí
visitando ese lugar pero ahora buscaba al chico arrogante. La primera vez él se
mostró completamente pasmado. Sin embargo poco a poco nos volvimos confidentes
hasta el punto de que no me despegaba de su habitación, al principio yo no
estaba al tanto pero básicamente lo hice por encontrar un repuesto de aquel que
perdí. Debido a que en sus últimos momentos no estuve con él, ahora quería
remediarlo con este. El remplazo me hizo entenderlo. Y con el tiempo lo
asimile, me encariñe y lo deje ir.
Y es que David era duro y
eso me fascinaba de él. Le contaba parte de lo que creía, y el sacaba un lado
oscuro que jamás hubiera pensado que estuviera allí. Éramos contrastantes por
ello no anhelaba alejarme mucho de él. Además a él le encantaba que no lo
trataba como un enfermo.
Y así fue como nos
convertimos en personas con un mutuo cariño. Al final no supe cómo pero David
me dejo parte de su herencia a cambio de que, mejor reitero sus palabras.
“… Y a ella le dejo el
50% de mis bienes, tanto muebles como inmuebles siempre y cuando nunca se aleje
a todo lo relacionado con mi familia y negocios. Si no cumple lo anterior su
parte pasara a…”
Entonces ahí fue como me
enteré que él era un millonario, por eso su arrogancia y desplantes de
grandeza.
Ese día no conocí a su
familia, hasta el siguiente cuando su padre se apareció en mi casa, pensé que
se quería enfrentar pero en cambio me dio su apoyo y me agradeció por cuidar
tan bien de su hijo. Me dio una carta que me había dejado su hijo, sí supongo
que en fondo lo presentía, David me había confesado que se encariñó conmigo
pero más que nada como la hermana que siempre quiso.
En los siguientes días
volví a ver al padre de David, esta vez para que me asignara los papeles que
jugaría en la empresa. Le dije que no sabía hacer mucho por lo que descartara
que yo fuese a entrar como ejecutiva. Él simplemente se carcajeó e hizo unas
llamadas, finalmente me quede como empleada de limpieza en un restaurante. Al
parecer tuvo que pedir autorización de un tipo quién despreciaba a medio mundo.
No parecía tan malo pero el señor me recalcaba que me encontraría sorprendida
del tal Alexander pues era como el hermano gemelo de David.
El primer día yo iba con
todos los ánimos de llegar y darle los buenos días amablemente y tal vez
revivir en él a David. No obstante fue diferente, una rubia salía de su
habitación llorando. Me contaron lo que le había hecho Alexander, yo me
enfurecí y me ofrecí a llevarle la comida. Claro, me cubrí la cara con mi
cabello para que no me viera que estaba hirviendo del coraje. Además no quería
verle a los ojos. Tenía tanto miedo que en verdad tuviera el mismo rostro de
David. Y más que nada que sucediera lo mismo.
Todo es cosa del pasado… tuve
que encontrarme con ese hombre malo que cautivo a mi corazón y lamentablemente
también lo hice con el suyo sin que fuese mi intención.
–
¡Te picaré los ojos! –vociferé sobando mi estomago.
Creo que me debí reservar
mis comentarios. Estaba por una calle un tanto transitada, con una almohada en
la mano, y gritando aquello. Acaba de hacer el oso de mi vida, y justo entonces
decidí retirarme.
Luego de aquello recibí
tantísimas llamadas que jamás contesté, aunque estuviera al lado del teléfono escuchando
sus desesperantes mensajes de voz. Exigía tanto para dar tan poco. A Alexander
no le quedaba más que ofrecerme el puesto de chef para evitar que me fuera. No
estoy segura si fueron los rumores de que yo tenía el don o simplemente a éste
no le quedo más. Sin embargo, lo rechacé, después de todo había renunciado.
Entre los días siguientes
viví mis últimos días de escuela para al fin graduarme y poner mi plan en
marcha; sería la mejor madre que mi hijo podía tener. Por eso la decisión que
tomé seguiría firme, y tan pronto…
En algún lugar dentro de
mi mochila estaba sonando ring dong te
llaman, ring dong contesta. Suponía
de quién era la llamada, y como habían terminado las clases le di más
importancia a la caminata para tomar mi autobús. Me senté en la parada, pero
una y otra vez el celular repetía la melodía. Me harté y lo contesté más no
dije palabra.
─ ¡Al fin contestas! ─
Esperó a respuesta no
dada así que continuó.
─ Las cosas no pueden
seguir así, Suzy. Sé bien lo que he hecho no fue sensato ni mucho menos listo
pero lo admito, intento ser sincero contigo cuando tú no lo has sido.
─ Eso es injusto ─ dije de improvisto
─ Realmente extrañé tu
odiosa voz.
─ Sí es tan odiosa podrás
vivir sin ella.
─ Es más complicado de lo
que crees.
─ Alexander, tengo que decírtelo,
aunque por lo que escuché ya lo sabes.
─Entonces veámonos dentro
de cinco minutos, o menos
─ ¿Quieres morir? Porque
en este momento soy capaz de matarte.
Al otro lado pude
escuchar su risa, tan repentina. Pero esa se escuchaba muy cerca, inspeccioné
el área y ahí estaba caminando con su manoslibres.
Todos los carros le pitaban pues había abandonado su auto en medio de la calle.
─ Es agradable volver a
verte. Aunque muy tonto de tu parte creer que te puedes ocultar cuando yo mismo
te traje una vez por este lugar.
─ ¿Qué no deberías estar
trabajando? ─ dije colgando la llamada y hablando con su persona.
─ Venga ─ me dio por un
momento la mano y después su brazo estaba por mi cuello ─ No me lo tomo tan
apecho, después de todo soy el jefe.
─ Y de esta forma caerás
en la ruina. Además ¿Desde cuándo eres tan… así? ─
No traía sus típicos
trajes de oficina, sino que vestía unos pantalones casuales grises y un cardigán
oscuro y brillando por su ausencia su castaño cabello peinado.
─ Es un nuevo yo ¿te
gusta? ─ me encaminó al asiento de un nuevo carro de los tantos suyos ─
─ Pero tú no eres así ─
dije abrochándome el cinturón de seguridad, lo cual no respondió, tal vez no
debí haber subido con él más aquí estaba.
Había alguna vez escuchado
sobre los silencios incómodos, si que eran molestos.
─ Voy a irme ─ ya el
carro estaba en marcha y lo dije repentinamente. Alexander creo que no lo
entendió puesto que le puso el seguro a las puertas y subió las ventanas.
─No, eso no fue lo que
quise decir. ─mi vista aprobaba la desaparición de nuestra primera impresión
─Lo sé, pero quise tomar
mis precauciones. ─se veía concentrado en el camino ─Supe que compraste un
boleto para irte del país.
─ ¿Qué has estado asiendo?
Pregunté aturdida
mientras este apretaba el acelerador. Después de ello me sentí nauseabunda.
El atardecer estaba
potente y me atrapó entre mis debates mentales, pues ahora nos hallábamos debajo
del puente de la ciudad junto al lago. Este lugar normalmente en las noches era
visitado por múltiples parejas pero ahora estaba vacío.
Alexander se estacionó, y
me quitó el cinturón de seguridad, no me dirigió algún balbuceo o señal pero
decidí salir para ver frente a frente como el sol se iba ocultando y como sus
rojizos rayos se reflejaban en el lago, lamentablemente por el puente se
escuchaban los autos que pasaban apresurados. No obstante fui directo a la
orilla para quedarme como espectadora entre el lago y el pavimento.
─ Bajaste mucho de peso ─
Me quede boquiabierta y
con medio ceño fruncido.
─ ¿Estuviste chismeando
de mi vida? ─
─Tú no contestabas mis
llamadas, tenía que saber de ti ─ él lo tomó con seriedad, sus manos se quedaron
en sus bolsillos.
─ Pero eso no te da
derecho ─ empecé a dar pequeños pasos de reversa
─Lo sé todo… ─ confesó
siguiendo cada paso que daba.
Sus diminutos ojos verdes
sólo tenían un blanco y era yo. Me observaba con aquella mirada que imploraba
algo.
─… Sé tus mentiras, tus problemas ─ a casa
palabra yo daba un paso atrás hasta que de algún modo iba a caer al lago pero
Alexander me sostuvo de la cintura, a la que ahora no llevaba nada ─ Tu historia con David.
─No lo entiendes ─ dije
queriendo alejarlo con mis manos.
─ ¡Que no entiendo! Puedo entender que fingiste un embarazo, que tuviste
una supuesta amistad con mi primo antes de que falleciera igual que como he
logrado sobrevivir con que mi madre es una actriz famosa que no me ha
reconocido por seguir con su carrera. ¡Es sencillo!
Al fin me soltó y yo me
deje caer al suelo. Eso no era exactamente la situación, yo en verdad no
hubiese querido pasar por ello, cuando David murió no pude más que pensar que
algo de él se quedo conmigo, por ello me sumí en un mundo en que una semilla de
él la llevaba conmigo, y sobre la herencia ni siquiera me la habían dado, todos
mis ahorros los conseguí por mi trabajo.
Estando allí él no se fue
ni mucho menos; su mano me ayudó a levantarme.
─ Lo que menos quería es decirte
eso. Pero pienso en que no estuve para ayudarte cuando estuviste enferma o
incluso cuando David falleció y… ─ tiró de mí y su barbilla se acomodo
perfectamente en mi hombro ─ Quisiera enmendar todo─ acaricié su cabello
─ ¿Por qué estuviste
dispuesto a aceptar a un bebé?─
─ ¿Preguntas el porqué? Te diré que fue porque te quise, y ahora más
que nunca con esta fuerte locura te confieso que todavía te quiero.
─ Lo lamento ─ asumí sinceramente
ante a la noche que acaba de llegar a estar de testigo.
Poco a poco su rostro se
alejó pero no dejaba de sujetar mi cintura.
─Suzy, quédate conmigo ─
─Acostúmbrate a esto,
entonces ─lo besé firmemente sin remordimiento, al fin sería libre sin
recuerdos.
No lo esperé me tomo de
sus brazos y comenzó a dar vueltas
COMENTARIOS PERSONALES: Aquí reportandome ^^ Después de un año y meses al fin la terminé *risita* intenté corregir los errores e incoherencias de los demás capítulos para que quedara más a mí gusto. Me siento satisfecha de por fin haber terminado algo que empecé, ahora siguen más historias por continuar y corregir.
Chu~ (Besos)