domingo, 30 de mayo de 2010

Erase una vez nosotros #capitulo 2




CAPITULO 2 -Todo comenzó con una zapatilla y término con un suicidio-

No quiero oirlos, pero ¿por qué siguen hablando? No digas que el sol saldrá mañana, porque contigo la mañana será más oscura que la noche.  Para ti de nuevo es primavera, pero mis estaciones no cambian. Incluso si mi corazón florece otra vez, no tengo un mañana.
Tablo ft Taeyang - Tomorrow


Evidentemente el mundo no se detuvo; el planeta azul siguió su recorrido día a día dándole tanto al sol como a la luna de aparecer. Pero para mí fue como si en verdad se hubiera parado.

Mi cuerpo estuvo en posición fetal; y un vago pensamiento se preguntó si había alguien más quien compartiera este gris sentimiento que ahora albergaba en mi corazón. No lo encontraría por medio de palabras, ya que ni una salía de mi boca.

Transcurrieron pocos días y sin ninguna sorpresa por parte mi familia, no me moví de mi habitación por ende no pise la escuela, y también dejé que mi celular se descargara, desconecté la línea telefónica, puse las cortinas en las ventanas y así me mantuve. Lo peor es que no podía dormir.


 No estés así Annette – dijo la voz monótona de Margarita, no la miré ni un segundo.

Me hallaba rígida al momento de medio pararme, pues ésta tocó mi cabello diciendo palabras inentendibles para mis oídos puesto que ella hablaba un dialecto de donde venía. Luego creo que lo tradujo.

–El señor y la señora llegaran pronto –después de un viaje de sabrá cuantas semanas en La Habana. –Si te ven así no estoy segura de lo que sucederá, mi niña. Ve y date una ducha, por el amor del santo patrón.

Inmediatamente en su intento de  dialogar conmigo, fui a la ducha, y enseguida de que se llenase la tina me sumergí en el agua. Así estuve hundida antes de hacer espuma con el jabón, en el fondo yací un rato hasta que tuve que respirar más que nada por necesidad. La puerta se escuchó y sabía quién era.

–Así que al fin decidiste salir de tu madriguera, qué sorpresa.

Volteé tensamente a verlo, traía su pijama, por lo menos.

– Y bien, ¿piensas decirle a mis padres?

Asentí agachando la cabeza, aunque mintiera, no pensé precisamente en ello.

–No te conviene, Annette, ya sabes, a mi me llevaran al psicólogo – se acercó a la tina para jugar con el agua – Pero a ti, ¿Quieres saber lo que te pasara?

El silencio contestó.

–Todos sabrán que no eres una señorita.–

Se quedó sonriendo alejado de mi vista, pero después me observó aún más sonriente.

–Puedes regresar a dormir conmigo, bueno, más bien en mi cama.

Con su jugosa sonrisa se dio la vuelta caminando lentamente; en el momento que cerró la puerta, di un grito tan terrible deseando que alguien escuchara el himno de mi dolor.

“¿Por qué tenía que ser de esta forma?” Me preguntaba nuevamente hundiéndome entre el agua jabonosa. Vale, yo era una desquiciada, aquello no era el fin del mundo, me repetía mientras me vestía.  Un suspiro final vio la luz.

Allí al lado de los últimos peldaños de madera, justo ahí se encontraban mi familia. Tanto tiempo sin estar reunidos había olvidado lo que se siente ese tipo situaciones. Daniel y Caroline sin dudarlo, buscaron un abrazo reciproco. Por mi parte me escondía viendo desde arriba apegándome al barandal, sintiéndome como una pieza de un rompecabezas que no encaja. Todos ellos vistos por mí como personas sin sentimientos.

“¿Y Anne?” oí que preguntaba Marvin, el señor de la casa. “¿Dónde está ella?” volvió a preguntar, en ese segundo sin comprender bien el porqué me lancé corriendo por las escaleras.

–Ah, hermanita– dijo Daniel al observarme– Había pensado que algo malo te había sucedido ¡Mira que no comer ni salir de tu habitación por tres días!

– ¿Qué tú, qué? – preguntó Marvin tan preocupado que me sentía incomoda; más cuando tocó mi frente con su mano.

–Parece que tienes un poco de fiebre. Ella no puede ir así –repitió conciso

– ¡¿Qué?! –gritó exasperadamente Johana – ¿Y la sorpresa que teníamos?

– ¿Cuál sorpresa, mamá? –cuestionó Daniel

– Íbamos a hacer un viaje a Big Bear, estaba estrictamente en nuestro itinerario y que por lo visto –mirada directa a mí– no podremos

– Cariño – susurró Marvin – Ella es parte de nuestra familia, te olvidas que por ella es el motivo por el que iremos.

–Estoy bien, Marvin –repetí cada palabra lentamente pero muy segura de su significado.

Sus miradas me calaban hasta los huesos, pero creo que divisé una sonrisa de cada uno de ellos, más visible la de Daniel, que le encantaba presumir de sus idas al odontólogo. No necesitaban decir que ya estaba listo todo ya que en un abrir y cerrar de ojos nos encontrábamos preparados para salir. Al fin y al cabo era fin de semana largo.

 Me hallaba, se puede decir, escondida en los sillones con la computadora portátil buscando en internet respecto a Big Bear, como siempre llegó de improvisto mi hermanito.

– Desde aquello esperaba verte llorando un mar de lágrimas, aunque lo mejor es que no me importa.

 Daniel, aléjate de mí ─ Lo que dije sonó contradictorio cuando yo me quise escabullir como si el fuese un ladrón. ─ Hablo en serio, bobo.

– Que bien que ya estés regresando.

– No te voy a perdonar.

– No estoy arrepentido ──

No dije nada ya que no sabía que contestar ante lo anterior. No fue tan necesario puesto que impuso su doble personalidad, me sonrió igual que un hermano verdadero lo hubiese hecho dejando a un lado lo molesto.

En mi mente estaba el insultarle lo más que podía, hasta que se sintiera afligido pero en ese momento llegó Marvin.

– ¿Listos? – gritó emocionado pero sin algún gesto por fuera, manteniendo su postura fría y a la vez cálida.

Big Bear no me sonaba a nada, hasta que busqué en el informativo google acerca de él. En verdad, no estaba preparada para que se tratara de un lugar turístico para esquiar.

Está bien, necesitaba tomar más aires para refrescar mi cerebro, o explotaría en cualquier rato y por una insignificante razón. Antes de que subiéramos a la Dodge Grand sentí una pequeña y extraña punzada, algo que me hacía pensar que yo era una especie de bruja mala. En ocasiones así lo creía pero más que nada por el hecho de estar con malhumor, pero esto era igual que una premonición veraz.

Estás idiota, susurré en la parte de atrás del carro.

– Eso creo –me contestó Daniel –Irte vestida de esa forma.

– ¿Qué tiene de malo?

– ¿Hablas enserio? Tan sólo mírate.

No lo hice porque sabía exactamente que llevaba puesto; un vestido negro con unas medias negras, con unas zapatillas converse negras y un suéter gris.

– ¿Nunca has visto la nieve, o has escuchado que hace frio?

Lo negué.

Me estuvo molestando de la peor manera que se le pudo ocurrir, contándome sobre él así que proseguí a un ¡No oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado! No sirvió de nada pues su chillante voz persistió. En un rato él, cayó rendido durmiéndose el resto del camino. Igualmente Caroline. Yo me recargaba en la ventana contemplando el magnífico paisaje de la carretera, a unos cuantos kilómetros después sentí el frío.

Llegamos al cabo de unas horas que se me hicieron que volaron puesto que no se hallaba muy lejos. Al salir del carro me concentré en que el sol brillaba pero todo el ambiente era muy frío. Todos llevaban ropa muy diferente a la mía, algunos llevaban unas tablas muy coloridas; me sorprendió ver que en una montañita con nieve niños caían de ella.

De pronto sentí mucho calor y dolor de cabeza en la recepción de las cabañas en que habíamos llegado.

–Bien, ya pueden hacer lo que les plazca, estas son las llaves de sus habitaciones, no la pierdan. Su ropa ya está allí, ropa nueva. ¡Oh Annette! te empacó Margarita la tuya .

“Ring ring ring, tenemos a un ganador” Nunca compraba ropa, normalmente lo que hacía era conseguir telas y hacer uno que otro modelo de vestidos. Raramente cocía faldas.

Me encantaba cocer y confeccionar, no solamente creaba lo que llevaba puesto, también se me daban las manualidades. En realidad, era para lo único que servía sin estropearlo.

De pronto cuando entre a mi habitación sentí una pinzada ¿Por qué de pronto quería salir corriendo y encontrarme con algo? Ya nadie de ellos me veía, sus habitaciones se encontraban lejos de la mía. Nada me ataba, ni mi Caleb ni nadie.

Podía huir cuando quisiera ¿Pero en realidad no era yo libre?

Esa sensación persistía, y mi ansiedad igualmente.

Uno, dos, tres ¡Corre, huye, pasa las escaleras, no voltees, algo allá afuera te espera! Me decía yo misma. Esa huida-correteada-troteada me recordaba a las de mi infancia que pasé junto a Caleb, una por lo menos a diario. Huyendo de todos, sin tener a nadie… tristemente lo extrañaba.

No quería parar aunque estuviera fatigada. Ya me hallaba en la carretera, y a pesar de que no hacía mucho tiempo viví entre las calles ahora se me dificultaba el escuchar los carros pasar con sus pitidos y la impresión de que algo estaba sucediendo. Me dio un hipo que intentaba controlar, volteaba a ver todos lados sin ver nada exactamente y noté como mis ojos se llenaban de lágrimas sin saber el motivo.

A unos dos pasos avispé algo, como si me miraran y giré a ver de quien se trataba. No hallé a nadie, sólo una tienda de antigüedades “Lo que nunca existió” se llamaba. Me dio un poco de curiosidad por el nombre y crucé la calle para entrar. La puerta sonó con ese ruidito molesto. Dentro había cosas muy poco interesantes para mí, colores opacos por todos lados y una canción de fondo un poco irritante. No se encontraba nadie dentro que no fuera yo, me quedé sin hacer nada.

El momento en que vi algo llamativo que brillaba en una vitrina lo observé sin pestañar, quedándome congelada, se trataba de un collar que ya lo sentía mío, por bonito y especial entre todos los demás. Decía “Te pertenezco” en letra cursiva, era pequeño y como dije lo sentía parte de mí.

– ¡No puede ser, cuesta $800 dólares! –Grité apabullante

–Al fin te encontré

Esa voz entró por mis oídos y no se iba, era tan varonil y tan única. Miré a mi lado encontrado a un hombre, o caramba viendo mejor era un joven que mantenía la vista en el collar. No pude continuar viéndolo y volví a intentar fijar la vista en la joya pero ya no estaba, otra vez giré y ya estaba en las manos del hombre. Esta vez lo vi, era tan difícil de explicar pero no podía despegarme, era un tipo que raramente hallarías en un día cualquiera. Y él no notaba mi existencia.

– No te emociones, yo lo vi primero – le dije esperando que me notara, pero no lo hacía, seguía aferrado al collar como una de las 7 maravillas del mundo.

Le chifle para que entendiera que era a él a quien llamaba.

─ No te hagas el desentendido, yo entré a esta tienda mucho antes que tú ─

– Entonces debo suponer que tienes el dinero para pagarlo – contestó clavado en tan peculiar joya.

– ¿Qué diantres? ─ repetí ─ Me niego a discutir con alguien como tú.

Paró de dejarse cautivar por el collar para concentrarse un segundo en mí. Este traía unos lentes de sol puestos, una camisa de manga larga negra, pantalón negro y… ya no quise ver abajo como si fuera un escáner. Algo me hacía querer acercármele. Era tan…

¡Alto! Antes de seguir dejando que mis hormonas me gobernaran, salí de la tienda dejando pasar ese suceso.

No muy lejos de ahí, me senté en la acera pensando en exactamente lo que tendría que hacer. Suspiré queriéndome levantar rápidamente. Se me entumió la pierna, no le di mucha importancia el que yo diera una patada, pero ¡Bam! Una de mis Converse salió volando por medio de la calle. Yo hubiera metido un esplendido gol si jugara futbol. En cuanto tocó tierra firme, me dispuse a brincar con un pie para rescatarla, di dos brinquitos cuando me convertí en una estatua, no lo vi llegar. El tipo de la tienda de antigüedades la agarró cuidadosamente, yo escuchaba el palpitar de mi corazón.

Él caminó en medio de la calle y venia directo a mí; lo suponía, sin embargo por el ángulo en que su rostro estaba probablemente volvía empeñarse en no notarme, sus pasos eran muy lentos. Cuando llegó a mi lugar volteé para perder el contacto visual. Estiré mi mano para que me la diera resignada a no verlo nunca más.

No podía creer lo que sucedía, miré al frente y ya no estaba allí parado, luego sentí que alguien me tocaba el pie, él se hincó para ponerla. Aprendí a conocer a los chicos, era igual que todos. Jugó conmigo sobre "Parezco un chico malo que no me importas porque estoy buenísimo y consigo lo que quiero, pero en realidad busco de ti, ya sabes…"

 Un ruidito salió de mi pecho y no se trataba de hipo

– Lo hubieras dejado– solté secamente directo a sus botas negras, no eran como las que traían los demás para esquiar, estas eran más de estilo soldado. Deje instantáneamente de verlas, pues realmente no me importaba sus zapatos ni los de nadie.

– De nada – Contestó, de inmediato sentí escalofríos en mi espalda–


Mis pensamientos, mi cuerpo, mi todo estuvo perplejo en el segundo en que se quitó los lentes de sol, su rostro era tan intimidador para alguien como yo. No había dado con que sus ojos eran de un hermoso color miel, no amarillos, eran café claro. Ellos resaltaban con su cabellera negra, y ese corte tan moderno que no quedaba con la forma en que hablaba.

Igual a todos, me volví a repetir

– Nos vemos, chico de negro – finalicé sarcásticamente.

En su mirada vi algo, ya que todo lo demás se mantenía igual.

– Es irónico que lo digas de tal forma, cuando tú también estás de negro, damita.

Si, fue algo tonto que le comentará aquello. Pero aunque yo no le llegaba a los talones, y menos por la edad, tenía la frente muy en alto porque yo resolví su jueguito.

Regresé con mi paso firme caminando por el lugar, no esperé que me siguiera.


– Discúlpame – comentó siguiéndome el paso sin dificultad – Es sólo que ocurre que estuve buscando un collar como ese desde hace tiempo. Mi abuelo solía decirme que su padre tenía una promesa de amor, y que un collar que dijese “Te pertenezco” era su instrumento.

– Todo eso es muy lindo ─y extremadamente cursi─ ¿Pero por qué me sigues?

– No te estoy siguiendo ─dijo con semblante seco.

Nos quedamos quietos, me percaté de que mi corazón seguía latiendo fuertemente.

– Vamos por un café

Ni siquiera me lo pedía y eso me molestaba. Tan rápido se me paso la molestia, pues se puso a mi lado haciendo ademan de que una cafetería estaba al lado. Tanto me sorprendí que otro ruidito se escapó de mi pecho. Iba entrar al lugar pero éste se me adelanto para abrir la puerta e incluso sosteniéndola para que entrara.

– No era necesario – susurré. Cada vez me quedaba más claro que sus tácticas las aplastaría. Aunque no tuve validez, fui yo la que accedí a ir por un café con un extraño. Que era guapo y poco simpático.

Quería ir a la caja a pedir y apagar, nuevamente el tipo sin nombre me ganó. Nos sentamos en una mesa que estaba pegada a una gran ventana que daba vista a la carretera. Él se sentó frente a mí.

Cuando toqué la taza tan cálidamente caliente, noté que mis manos se encontraban congeladas y que ese vapor salía por mi boca.

– ¿Cómo te llamas? –pregunté soplando al café.

– Tienes los labios morados.

– ¿Así te llamas? ─incluso me burlé aun cuando mis dientes cascabeleaban.

No le causó gracia, suspiró suavemente.

– Creo que mi nombre no es importante. Mejor juguemos “Verdad o castigo”

– No lo he jugado y por lo tanto...

– Solamente tienes que escoger entre las dos, si decides verdad me contestaras sin mentir lo que te pregunte, si escoges castigo tendrás que recibir uno.

– ¿Y cuál es el chiste de ese jueguito?

– De que no sabes lo que yo diré – respondió recargándose atrás de su asiento

– Está bien, después de todo te debo el café. – no pensé en las consecuencias, lo único que estaba consiente era de que no quería que un extraño supiera de mi vida– Castigo

– Acuérdate de mí.

– ¿Qué clase de cosa estás pidiendo?

– Es tu castigo, lo tienes que cumplir, punto.

– Es como si me pidieras que te espere, ¡a un extraño!

        Dicho en otras palabras, tienes razón.

– ¿Sabes que das miedo?

– Desde luego. ─ mostró una especie de mueca extraña.

Se levantó de la mesa, devuelta a ponerse sus lentes de sol, que por cierto lo hacían ver como un idiota puesto que no había sol, ¡ah! También creí que le quedaban bien y hasta pensé que era atractivo, no obstante eso era lo de menos. No deseaba pensar así, pero le iba a dar la palabra.

– ¿Te vas?–

–Si – buscó algo en su bolsillo –No olvides cumplir tu castigo. ─pidió con la entrega del hermoso collar.

– ¡Que estúpido, tanto para nada! ─me quejé, este tipo había hecho demasiado por la reliquia.

–Mira, no tengo tiempo para esto. Sólo te pido que lo conserves contigo.

– ¿Cómo vas a estar seguro de que no venda el collar y de que no lo pierda?

– Confiaré en ti, damita. Me lo devolverás en cuanto te vuelva a ver. ─lo sostuve entre mis manos.

Salió por la puerta, yo quería perseguirlo, pero otra vez me sorprendí cuando vi entrar a Daniel con Caroline a su lado; ella lloraba y él parecía molesto e irritado como muy pocas veces.

– Aquí estabas ¿Por qué te alejaste tanto del hotel?

Así que ellos no estaban consientes de que mi intensión era huir, interesante.

– ¿Qué hacen aquí?

– Nos tenemos que ir inmediatamente.

– ¿Por qué?

– Tía Miranda acaba de fallecer.

– Lo siento – repetí cabizbaja

– Si, y tú tomando café, mis padres están a unas cuantas cuadras, tomaremos el primer vuelo para irnos. Ve con ellos, nosotros compraremos café para el trayecto.

Y así lo hice, mis planes se hicieron pequeños y mejor volví al camino fácil donde era una mantenida.


–  Por qué te retienes de hablarles con esa boquita que necesita jabón, como lo haces a mí– era otra vez el chico de más o menos mi edad–

– Tu caso es muy diferente –comenté furiosa.

Se acercó a donde yo estaba, agarro mis manos, su contacto creó una explosión de sentimientos. Me hundí en ellos hasta que aprecié que me colocó unos guantes.

– No los necesitaba– fue lo que salió de mi boca

– Jamás creas que esto es un sueño.

–Muy bonito lo que dices, pero no le hayo sentido que recuerde lo que me dice un desconocido sin nombre.

– Me llamo Peter.

– ¿Por qué tus padres escogieron ese nombre tan...? Bueno, olvídalo, mi nombre es Anne.

─ Como tú dijiste, no era necesario.

No se despidió, no hizo nada más que irse lejos de mi vista. Cada vez más lejos y yo sentía que me abandonaba para siempre. Para colmo los Miller los hallé extremadamente violentos, como si tuvieran cola que les pisaran. Nos fuimos de ese lugar y cuando menos espere ya nos encontrábamos en un aeropuerto, sin equipaje, solamente las tarjetas de crédito pertenecientes de Marvin.

Jamás había volado en un avión, me hallaba nerviosa por el proceso tan largo. Pero después cuando abordamos, regresó en mí el pensamiento de Peter, ese chico. Creo que me dormí todo el recorrido para llegar a una escala. Luego de varias horas continuamos el viaje.

Lo único que sé es que llegamos de noche y no sabía exactamente donde estábamos ya que los demás se la pasaban melancólicos, no me atrevía a preguntar. Además de cuando arribamos a una ciudad viajamos por vía terrestre. Nuestro viaje partió de una estación de tren y me atreví a preguntar nuestro paradero. Daniel me respondió que en un pueblo llamado Shamley Green. Seguía teniendo sueño y me volví a dormir en el camino al lugar ese.

– ¡Anne, vamos! –me despertó Danny
–Por fin –dije estirando los brazos –lo sentí tan eterno
– Porque estamos al otro lado del mundo
– ¿En serio?
– Si, y estás a punto de conocer a toda la familia de mamá, todos ellos son muy raros. En especial mis primos. Bueno tal vez te agraden.

Todos bajamos de allí, afuera nos encontraba un señor bastante canoso. Él les dio el pésame, y ellos a él. Me miró de reojo pero no dio seña de que le importara mucho. Igual a mí.

Cerca se encontraba una pequeña mansión, no tanto pero tampoco era un castillo. Sorprendentemente ese era el hogar de la fallecida señora Miranda. Tenía entendido de lo que escuchaba de la plática de los mayores era que ahí vivían la fallecida, sus hijos, y el señor que nos acompañaba, y él como era un militar no estaba ahí muy seguido, además de que él no era el padre del primer hijo de Miranda, ya que ésta tuvo una relación fallida anteriormente.

Dentro de la casa, no me importó la hermosa decoración colonial. Escuchaba llantos de otras personas, reencuentros familiares, abrazos y toda una atmosfera que me hacía sentir irrelevante.

– Sin querer estás vestida para la ocasión, toda de negro.

– Ni por un fallecimiento puedes comportante, bobo.

– Danny, hijito busca a Kevin por mí – pidió Johana desconsolada, nuestra madre y a punto de volver al llanto.

– Anne, ve tú por él

– ¡Valgame! Ahora soy tu mandadera – Alcé la voz y todos me voltearon a ver.

– Anne si tu hermano te pide un favor, agradecería que lo cumplieras. – comentó Marvin igual de triste que su esposa

– Lo hare pero debe haber una explicación ¿Verdad Daniel?

– ¡Lista! Kevin es un chico un poco violento, hace unos cuantos años me seguía haciendo moretones.

– ¿y cómo lo reconozco?

– Tiene un año menos que yo, es bastante alto y gordito, es rubio, y probablemente lo primero que te hará es darte un puñetazo.

 Por supuesto, es de familia. Ustedes son unos zoquetes

– ¡Rómpete una pierna! –me gritó cuando subía las escaleras.

Buscaba a ese tal Kevin, por todos lados intentando quitarme el miedo a la oscuridad. Fue inevitable pues al escuchar el maullido de un gato comencé a gritar y a correr como loca por el largo pasillo hasta entrar en una especie de ático. Ni idea de cómo llegué ahí.

Junto a la ventana reflejando la luz de la luna en su cara estaba un chico que si era alto, si era rubio, si parecía tener unos años menos que Daniel, pero no era gordito ni mucho menos.

– ¿Tú eres Kevin?
– Depende. – contestó con voz entrecortada
– Es un alivio, te estoy buscando, espera, ¿Qué haces?

Yo vi como en un segundo abrió la ventana y… ¿Quiso saltar por ella?


2 comentarios:

Marlen S. dijo...

awW Qee noo see suicidee Keviin.. si antesS era uun amor.. Lo prefiiero masS Qe aa Peeter :P

Strelly & Andree =D dijo...

Aaaiinnnsss maldiita Briana!
solo a ti se te ocuuriria esos
maravillosos capitulos! TU SOLO TÚ
haha mee encanttaa como te a qeedado!
Oh Keviin haha lo amo tantto!
Grrr me encaanta tuu capittuuloo!
aaggghhh cada vez me gusta mas esta historia!
eres tan tan aaiins no tengo palabras!
PERFECTA!! haah me encanttaa!
no se cuantas veces habre dicho : me encanta!
pero esqq diioos me encantaa! no puedo
parar de deciirloo!
Peter peter Kevin Kevin.. haha esta noche
suspiraré por esos dos tortolitos!
hahaha los amoo taannttto!
Grrr maldiito Daannieel! lo odio tanttiiisimo!
postea pornttoo me muuero
por sabeer más!! aiins posteeaa pleeasee!
ILOVEYOUBECAUSEYOUAREMYLOVETHETRUELOVEFOREVER!
haha nuueva frase para las A.PB
como os echoo de meenoss!
haha tteamo Briannaa!

cuiidate, por cierto soi Andre eeh!
esqq yo y una amiga emos creado un blog y no
e salido de la cuenta, bueno y de paso
pasate por el blog pleease! =D
http://strelly-andre.blogspot.com/

Tee espeero!
Bessootees!

Andre*a

¿Y si digo que volví…?

¿Y si digo que volví…? Alguna vez lo dije y lo repito: el tiempo sin duda pasa a gran velocidad. No estoy precisamente segura que hay...