lunes, 3 de mayo de 2010

Zulidor -2-


CAPÍTULO 2 El adiós a mi misma.

¿Dónde estás? ¿Cuán cerca estás del sueño malo que tanto deseaba? Aquí yo aun caigo y lloro una y otra vez. Estoy herida, cansada y no tengo fuerzas para levantarme. Pero aun así, tu podrías probablemente verme, y sonreír.

Yenny (Wonder girls) – Hello to myself


Los sentimientos que ahora vivían en mi corazón no tenían nombre. Lo único coherente que intenté, fue el pensar en dejar varias cosas atrás, y ser una persona nueva y fresca pero como muchas veces asimilé que aplacar mis deseos no me daría nada de satisfacción.

Esto apenas comenzaba.

Mis pasos siguieron su curso por mera rutina, aunque en mi cabeza sólo hallé la burla de Zacarías.
Cuántas veces nuestros brazos se aferraron mutuamente, innumerables veces nos agarramos de las manos ¿esas no eran claras señales de que le gustaba a ese chico? Además era Eylin la persona que agitó su corazón…

Estoy segura que no vi bien por tener la mente en otra parte; al entrar al aula me encontré con el profesor. No podía ser, jamás había llegado tarde a una clase. Por ello eché un vistazo alrededor para afirmar que si estaban unos pocos dentro, y el profesor estaba al frente impaciente por alguna llegada.

Abruptamente encogí mi manga para asegurarme de la hora, que esto no era verdad. Ni una vez me sucedió como para que ocurriera en mi último año. Y vaya que casi se rompió mi puntualidad cuando quedaban exactamente dos minutos; pero eso no le quitaba lo extraño de ver a este profesor antes de que sonara el timbre.

Hundí mi cuerpo en un pupitre luego de tan horrible susto.  Escogí de los últimos de las filas laterales y desde allí me dispuse a visualizar mi entorno. Sobre todo al señor Abban Melrose quién escribió con una fea letra cursiva su nombre sobre el pizarrón. Nuevamente miró a su reloj y se dirigió a la puerta, al parecer la iba a cerrar.

Más se salvaron por un pelo de rana calva dos chicos que reconocí.  Eran los chicos de esta mañana, Cole quién se burló de mí al verme maquillándome y el rarito gruñón que se cayó extrañamente. 

Y así, sin más demoras el señor Melrose cerró sus puertas y empezó a pasar la lista de asistencia, mientras que Cole pensó que me haría recordar nuevos tiempos al escoger sentarse justo detrás de mí. 

Recobré mi recta postura teniendo en cuenta que exactamente ese día no usé perfume. Con mi olfato, y si no me equivocaba alguien tampoco lo había hecho, giré mi cabeza disimuladamente a un lado, el tal rarito de la mañana entre todos los lugares disponibles se le apeteció estar junto a mí.

Tenerlo de compañero sería una total molestia, desde que mis ojos lo vieron no se pudieran despegar y no por razones melosas sino lo contrario, ¿cuándo fue la última vez que se cortó el cabello? Estaba por llegarle a los hombros, y también su cutis. Era así de pobre como para no visitar a un dermatólogo, me pregunté.
Y ahí quedaron mis pensamientos cuando escuché a mis espaldas una risita.

 ─ ¿De qué te ríes? ─ le cuestioné a Cole, éste planto su mirada al frente. Le seguí y me encontré con el profesor.
─ ¿Señorita Middlenton?
 ─ Soy yo.
─ De acuerdo, ya son todos. ─ anotó mi asistencia y en breve abrió la puerta a los que pacientemente esperaron  ─ Como hoy es el primer día los dejaré pasar, pero mañana el que no esté a la hora de entrada ni se atreva a tocar a la puerta.
─ Y nuestros cinco minutos de tolerancia ¿Qué? ¿Se los pasará por el arco del triunfo? ─ ahora era Jason a quien volvía a ver.
─ Aquí no hallarás nada de eso. No en mi clase, yo cierro la puerta a la hora que debo ni un minuto menos ni un minuto más, así que sí deben cambiar sus viejos hábitos, háganlo. ─ se plantó en el centro ─ Cumplo con decirles que no hago excepciones con nadie.
─ ¿Y sí usted llega tarde? ─ insistía en retarle.
─ ¿Cuál es tu nombre?
─ Jason Leather
─ Bueno Jason, no tienes que siquiera pensarlo, eso no sucederá.

Con su respuesta se creó una ola de cuchicheos que hicieron adentrarme, alejándome de lo coherente.

El señor Abban no pasaba de los tan temidos cuarenta, lo cual de primera atrapó a más de una. Sin duda en mí no fue así pero creo que lo que realmente me llamó ante todo era la forma en que hablaba, entre cada palabra se escondía un tono de altanería que en él sonaba esplendido. 

Lo demás no logró transcender, básicamente se dedicó de lleno a darnos clases de aquella asignatura llamada filosofía. Sí que le quedaba el trabajo, aunque la verdad el no daba lecciones aburridas. No fue nada nuevo tener que memorizar las fechas que nos escribía y su introducción al principio de ésta.
En lo que menos esperé ya había acabado.



Hora del almuerzo, y para estas horas tendría que saber quién besó a quién en las vacaciones, quién era lo suficiente pobre para conseguir un empleo de verano, y así un mundo de más asuntos. Aunque yo estaba que moría por revivir mis vacaciones entre Paris, Milan y Londres.

No obstante al entrar a la cafetería, no vi a nadie, en realidad me referí a alguna persona que fuera relevante. En su mayoría las caras nuevas rondaban. Y estaban bastante desubicadas ya que un par de ellos se plantaron en nuestra mesa. 

Aunque los nuevos creyeran que era un lugar libre, aquí había reglas que se regían sin importar qué. Un par de chicos se quedaron desconcertados.

─ ¡Hola! ¿Cómo les ha ido en su primer día? ─ intenté sonar tan agradable que me sorprendió que funcionará.
Por mi enorme amabilidad, fui respondida por buenas vibras, aunque claro siempre hay un negrito en el arroz.
─ Eres Scarlett ¿verdad?
─ Así es, ese es mi nombre desde hace diecisiete años, querida.
─ ¡Entonces eres tú de quién me habló mi hermana!
─ Debo ser ─ aseguré, dándome cuenta que a quién se refería era a Lulu─ Bueno, chicos, con mucha pena tengo que decirles que aquí nos sentamos mis amigos y yo.

Puro cuento aquella vergüenza que dije tener, y la hermanita de Lulu, por supuesto que estuvo a punto de creerme mis falsos sentimientos pero estaba segura que la categoría en que me tenía su hermana tuvo que ganar.

Los chicos, que aun parecían unos pequeñuelos fáciles de engañar, se encaminaron a otra mesa. Pero la pequeña,  lanzó un “perverso” adjetivo hacía mi persona. ¿En serio? Su hermana al parecer todavía no superaba su ruptura con Jason. 

De pronto al pasar mis ojos de mi plato, que a figuró que un pajarito lo había saboreado, a la puerta donde muchos entraron antes que ellos, apareció  el chico de las buenas asentaderas.
 
Cole mantuvo la puerta para darle paso al tal Ernesto quien sólo mirarlo sentí mi desaprobación más vivaz que nunca. 

Decidieron sentarse en una mesa que me quedaba perfecta para verlos, si bien esa fue su elección ninguno se hayo con mis mirada. Con todo los acompañaron un par de chicas; la primera era bastante desgalichada, y con muchísimos kilos menos que cualquiera que hubiera conocido por este lugar donde la moda era ser casi un esqueleto, y aun así ¿dónde estaban sus caderas? ¿Qué diantres había comido para que su cabello le llegara a sus muslos?

Después venía justo atrás una chica que mantenía su vista en el piso. Se notaba que le había costado formar ese peinado, ondas sueltas que caía un poco por debajo de sus hombros encogidos.  Seguramente a diferencia de su compañera nunca había ido a una playa, necesitaba urgentemente un bronceado con tanta palidez. 

Ahí estuve, sola en la mesa cuando debieron estar conmigo mi familia. Observé a los cuatro comer en silencio, muy diferente a cuando nosotros nos hallábamos comiendo, realmente usábamos ese tiempo para chismorrear y viborear.

Y fue hasta que me concentré en la chica con rostro de bebé. Ella era Kira, su nombre recorrió mi cabeza para dar con lo que hizo dar un recorrido al pasado, en tan sólo un segundo.

Admito mi afirmación de que la vida siempre es un devenir. Fui alguien completamente diferente a como soy. En ese entonces estaba por olvidar mi verdadero ser. Tengo que aceptar que yo sólo buscaba la aprobación de otros en lo que hacía y en quien sería al paso del tiempo.

Acabábamos de entrar a ese colegio, nuestro primer año. Igual que muchos tantos, un profesor en los primeros días nos hizo presentarnos. En la clase de formación ética, él preguntó sobre nosotros, cómo nos llamábamos, y que queríamos ser en un futuro no muy lejano.

Cómo podía cuestionarnos cuando la mayoría no rebasábamos los quinces, o tal vez me lo tomé a pecho. Pues esa pregunta no tenía respuesta, no sabía que quiera ser sólo entendía que debía ser la mejor… por lo que no quise parecer tonta preparé un argumento para decir en frente de todos.

Faltaban unos pocos, únicamente mi fila. Antes contestó Kira, ella dio una confesión, donde aludieron sus deseos por cantar y vivir rodeada por la música. Lo curioso es que era la primera vez que oíamos su voz, además que sus mejillas tomaron un color rosa empalagoso. Sentí que no fue nada fácil que lo hubiera dicho. 

No anhelaba burlarme de ella, así de insignificante era. Sin embargo todos se rieron, e incluso un chistosito le lanzó una bola de papel que cayó directamente por detrás, en los últimos pliegues de su jumper.

¿Cómo alguien tan cohibida llegaría lejos? El profesor nos pidió amablemente que nos calláramos y fue así como su clase siguió.

Kira no se sobresaltó, y a diferencia de otros yo dedique unos instantes para observarla. Unas sigilosas lágrimas corrieron por su rostro acalorado. En ese momento alguien susurró a sus espaldas lo que se quedo tallado en mi cabeza:
¡Oh no! ¿Cantante? Ella está estúpida si piensa que va triunfar, por lo menos debería tener lo necesario, ya saben, al menos una cara de envidia y un cuerpo de reloj de arena.

Así me percaté que la gente no debía soñar, porque jamás les sucedería. Y básicamente en que las personas no eran santos de cualquier devoción, o eras partes de ellos, o no; y sí no entrabas en su grupo ellos te comerían vivo. 

Por aquel momento en que sonó la alarma, ella salió apresurada al pasillo. Una chica bastante extraña le siguió los pasos mientras que el chico que se sentaba detrás de mí soltó un suspiro.  Él tenía que ser Cole, antes de que cambiara su apariencia a una radiante.

Fue la última vez en que noté que ella existía, y también cuando decidí ser parte de la mayoría que destruye a los más débiles, pero con una diferencia, ser lo más hipócrita posible.

Jason llegó.
─ Así que te han abandonado.
Lo ignoré aparentando estar concentrada en ingerir alimentos. Cuando en verdad me hallé desesperada, estaba sola y de repente me encontré con la idea que todos veían como una Scarlett solitaria.
Vale, lo entiendo. ─ dijo sujetando su almuerzo ─Por cierto disimula, no has probado bocado pero sí que te los comes con la mirada.
─ ¿Celos? Porque si es así, creo debes saber que… ─  quise continuar recordándole su lugar pero éste se encaminó a interrumpirme y yo a dejarle atrás.
─ Por cierto, Scarlett. ─ paré mi viaje ─ No es nada ─ y sonrió.


Estuve sorprendida con tal actitud que me produjo salir de la cafetería pensante. Y bien que esa sorpresa se le quedo cortita. Al recorrer un pasillo  mis ojos se agrandaron. Era imposible, o antes creí que siempre sería así. Irrumpí con un aclarado de garganta. Esto sabría agridulce si pudiera describirlo.
Eylin y Zack se separaron bruscamente, debido a mi aparición les cause tal reacción.
─ Vaya, Scarlett. Nosotros… ¿qué tú…? ─ balbuceó Zack. Este actuó tan torpe que no estoy segura como logró irse sin caerse.
─ ¿Qué está pasando que no me has dicho? ─ solté hacía Eylin.
─ Apenas llevamos unas horas, es el primer día ¿qué quieres que te diga? Por favor, no actúes así.
─ Claro, tienes razón. Es sólo que pensé en que éramos amigas ─ estuve por irme y ella me siguió.
─ Estuvimos hablando, ya sabes…

Empezó a contarme todo, y no exagero, repitió detalle a detalle tan gratamente que pareciera que lo volvió a vivir. Y asumí que ella no dio el primer pasó sino que fue quien no esperaba.
.
Lo que pasó fue que él se le acerco para iniciar una típica conversación,  entre una clase a otra; ellos se escaparon y no entraron porque el tiempo se les fue tan rápido (aunque solo hablaron de lo que les gustaba al uno y al otro).

Básicamente lo único que me llamo la atención fue que Zacarías la invito a una fiesta de bienvenida en la casa de un Remy.

El resto se volvió historia, ya que nunca había regresado a casa sin ellos, mis casi hermanos. Aunque un un no sé qué me hizo pensar que tampoco ellos querían tener mi presencia, por una cosa a otra. Leslie parecía incomodarle mi presencia, Dustin comúnmente la seguía en lo que le placiera por lo que asimilé que él también me evitaría; y claro Zack estaba sumamente abochornado para enfrentar que los vi juntos.

En el recorrido continuaba pensando en la forma en que alcanzaría mis sueños más perversos para demostrarles que burlarse de mí no era divertido.

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1 comentario:

Andre*a dijo...

Wouuu amé estte capii, esta genial!
mas qe genial! dios fue una explosion de sentimientos, joder brii amo tus letras haha
me gusta cole... pero si no fuera tan ignorante con ella... joder
puta zorra novia de cole!
como la odio!
el capii me encanttó, esta
mas qe geniial, para mi gusto creo qe
voi a decir qe esta es mi historia
favorita =D aunqq el de Heaven tambn me gustta mucho, de momento haha
teqq
posttea prontto!

Andre*a

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