¿Dónde estás? ¿Cuán cerca estás del
sueño malo que tanto deseaba? Aquí yo aun caigo y lloro una y otra vez. Estoy
herida, cansada y no tengo fuerzas para levantarme. Pero aun así, tu podrías
probablemente verme, y sonreír.
Yenny (Wonder girls) – Hello to myself
Los
sentimientos que ahora vivían en mi corazón no tenían nombre. Lo único
coherente que intenté, fue el pensar en dejar varias cosas atrás, y ser una
persona nueva y fresca pero como muchas veces asimilé que aplacar mis deseos no
me daría nada de satisfacción.
Esto
apenas comenzaba.
Mis
pasos siguieron su curso por mera rutina, aunque en mi cabeza sólo hallé la
burla de Zacarías.
Cuántas
veces nuestros brazos se aferraron mutuamente, innumerables veces nos agarramos
de las manos ¿esas no eran claras señales de que le gustaba a ese chico? Además
era Eylin la persona que agitó su corazón…
Estoy
segura que no vi bien por tener la mente en otra parte; al entrar al aula me
encontré con el profesor. No podía ser, jamás había llegado tarde a una clase.
Por ello eché un vistazo alrededor para afirmar que si estaban unos pocos
dentro, y el profesor estaba al frente impaciente por alguna llegada.
Abruptamente
encogí mi manga para asegurarme de la hora, que esto no era verdad. Ni una vez
me sucedió como para que ocurriera en mi último año. Y vaya que casi se rompió
mi puntualidad cuando quedaban exactamente dos minutos; pero eso no le quitaba
lo extraño de ver a este profesor antes de que sonara el timbre.
Hundí
mi cuerpo en un pupitre luego de tan horrible susto. Escogí de los últimos de las filas laterales y
desde allí me dispuse a visualizar mi entorno. Sobre todo al señor Abban
Melrose quién escribió con una fea letra cursiva su nombre sobre el pizarrón.
Nuevamente miró a su reloj y se dirigió a la puerta, al parecer la iba a
cerrar.
Más
se salvaron por un pelo de rana calva dos chicos que reconocí. Eran los chicos de esta mañana, Cole quién se
burló de mí al verme maquillándome y el rarito gruñón que se cayó extrañamente.
Y
así, sin más demoras el señor Melrose cerró sus puertas y empezó a pasar la
lista de asistencia, mientras que Cole pensó que me haría recordar nuevos
tiempos al escoger sentarse justo detrás de mí.
Recobré
mi recta postura teniendo en cuenta que exactamente ese día no usé perfume. Con
mi olfato, y si no me equivocaba alguien tampoco lo había hecho, giré mi cabeza
disimuladamente a un lado, el tal rarito de la mañana entre todos los lugares
disponibles se le apeteció estar junto a mí.
Tenerlo
de compañero sería una total molestia, desde que mis ojos lo vieron no se
pudieran despegar y no por razones melosas sino lo contrario, ¿cuándo fue la
última vez que se cortó el cabello? Estaba por llegarle a los hombros, y
también su cutis. Era así de pobre como para no visitar a un dermatólogo, me
pregunté.
Y
ahí quedaron mis pensamientos cuando escuché a mis espaldas una risita.
─ ¿De qué te ríes? ─ le cuestioné a Cole, éste
planto su mirada al frente. Le seguí y me encontré con el profesor.
─ ¿Señorita
Middlenton?
─ Soy yo.
─ De
acuerdo, ya son todos. ─ anotó mi asistencia y en breve abrió la puerta a los
que pacientemente esperaron ─ Como hoy
es el primer día los dejaré pasar, pero mañana el que no esté a la hora de
entrada ni se atreva a tocar a la puerta.
─ Y
nuestros cinco minutos de tolerancia ¿Qué? ¿Se los pasará por el arco del
triunfo? ─ ahora era Jason a quien volvía a ver.
─ Aquí
no hallarás nada de eso. No en mi clase, yo cierro la puerta a la hora que debo
ni un minuto menos ni un minuto más, así que sí deben cambiar sus viejos
hábitos, háganlo. ─ se plantó en el centro ─ Cumplo con decirles que no hago
excepciones con nadie.
─ ¿Y
sí usted llega tarde? ─ insistía en retarle.
─
¿Cuál es tu nombre?
─
Jason Leather
─
Bueno Jason, no tienes que siquiera pensarlo, eso no sucederá.
Con
su respuesta se creó una ola de cuchicheos que hicieron adentrarme, alejándome
de lo coherente.
El
señor Abban no pasaba de los tan temidos cuarenta, lo cual de primera atrapó a más
de una. Sin duda en mí no fue así pero creo que lo que realmente me llamó ante
todo era la forma en que hablaba, entre cada palabra se escondía un tono de
altanería que en él sonaba esplendido.
Lo
demás no logró transcender, básicamente se dedicó de lleno a darnos clases de
aquella asignatura llamada filosofía. Sí que le quedaba el trabajo, aunque la
verdad el no daba lecciones aburridas. No fue nada nuevo tener que memorizar
las fechas que nos escribía y su introducción al principio de ésta.
En
lo que menos esperé ya había acabado.
Hora
del almuerzo, y para estas horas tendría que saber quién besó a quién en las
vacaciones, quién era lo suficiente pobre para conseguir un empleo de verano, y
así un mundo de más asuntos. Aunque yo estaba que moría por revivir mis
vacaciones entre Paris, Milan y Londres.
No
obstante al entrar a la cafetería, no vi a nadie, en realidad me referí a alguna
persona que fuera relevante. En su mayoría las caras nuevas rondaban. Y estaban
bastante desubicadas ya que un par de ellos se plantaron en nuestra mesa.
Aunque
los nuevos creyeran que era un lugar libre, aquí había reglas que se regían sin
importar qué. Un par de chicos se quedaron desconcertados.
─ ¡Hola!
¿Cómo les ha ido en su primer día? ─ intenté sonar tan agradable que me
sorprendió que funcionará.
Por
mi enorme amabilidad, fui respondida por buenas vibras, aunque claro siempre
hay un negrito en el arroz.
─ Eres
Scarlett ¿verdad?
─ Así
es, ese es mi nombre desde hace diecisiete años, querida.
─
¡Entonces eres tú de quién me habló mi hermana!
─
Debo ser ─ aseguré, dándome cuenta que a quién se refería era a Lulu─ Bueno,
chicos, con mucha pena tengo que decirles que aquí nos sentamos mis amigos y
yo.
Puro
cuento aquella vergüenza que dije tener, y la hermanita de Lulu, por supuesto
que estuvo a punto de creerme mis falsos sentimientos pero estaba segura que la
categoría en que me tenía su hermana tuvo que ganar.
Los
chicos, que aun parecían unos pequeñuelos fáciles de engañar, se encaminaron a otra mesa. Pero la
pequeña, lanzó un “perverso” adjetivo hacía
mi persona. ¿En serio? Su hermana al parecer todavía no superaba su ruptura con
Jason.
De
pronto al pasar mis ojos de mi plato, que a figuró que un pajarito lo había
saboreado, a la puerta donde muchos entraron antes que ellos, apareció el chico de las buenas asentaderas.
Cole
mantuvo la puerta para darle paso al tal Ernesto quien sólo mirarlo sentí mi
desaprobación más vivaz que nunca.
Decidieron
sentarse en una mesa que me quedaba perfecta para verlos, si bien esa fue su
elección ninguno se hayo con mis mirada. Con todo los acompañaron un par de
chicas; la primera era bastante desgalichada, y con muchísimos kilos menos que cualquiera
que hubiera conocido por este lugar donde la moda era ser casi un esqueleto, y
aun así ¿dónde estaban sus caderas? ¿Qué diantres había comido para que su
cabello le llegara a sus muslos?
Después
venía justo atrás una chica que mantenía su vista en el piso. Se notaba que le
había costado formar ese peinado, ondas sueltas que caía un poco por debajo de sus
hombros encogidos. Seguramente a
diferencia de su compañera nunca había ido a una playa, necesitaba urgentemente
un bronceado con tanta palidez.
Ahí
estuve, sola en la mesa cuando debieron estar conmigo mi familia. Observé a los
cuatro comer en silencio, muy diferente a cuando nosotros nos hallábamos
comiendo, realmente usábamos ese tiempo para chismorrear y viborear.
Y
fue hasta que me concentré en la chica con rostro de bebé. Ella era Kira, su
nombre recorrió mi cabeza para dar con lo que hizo dar un recorrido al pasado,
en tan sólo un segundo.
Admito
mi afirmación de que la vida siempre es un devenir. Fui alguien completamente
diferente a como soy. En ese entonces estaba por olvidar mi verdadero ser.
Tengo que aceptar que yo sólo buscaba la aprobación de otros en lo que hacía y
en quien sería al paso del tiempo.
Acabábamos de entrar a ese colegio, nuestro
primer año. Igual que muchos tantos, un profesor en los primeros días nos hizo
presentarnos. En la clase de formación ética, él preguntó sobre nosotros, cómo
nos llamábamos, y que queríamos ser en un futuro no muy lejano.
Cómo podía cuestionarnos cuando la mayoría
no rebasábamos los quinces, o tal vez me lo tomé a pecho. Pues esa pregunta no
tenía respuesta, no sabía que quiera ser sólo entendía que debía ser la mejor…
por lo que no quise parecer tonta preparé un argumento para decir en frente de
todos.
Faltaban unos pocos, únicamente mi fila. Antes
contestó Kira, ella dio una confesión, donde aludieron sus deseos por cantar y
vivir rodeada por la música. Lo curioso es que era la primera vez que oíamos su
voz, además que sus mejillas tomaron un color rosa empalagoso. Sentí que no fue
nada fácil que lo hubiera dicho.
No anhelaba burlarme de ella, así de
insignificante era. Sin embargo todos se rieron, e incluso un chistosito le lanzó
una bola de papel que cayó directamente por detrás, en los últimos pliegues de
su jumper.
¿Cómo alguien tan cohibida llegaría lejos?
El profesor nos pidió amablemente que nos calláramos y fue así como su clase
siguió.
Kira no se sobresaltó, y a diferencia de otros
yo dedique unos instantes para observarla. Unas sigilosas lágrimas corrieron
por su rostro acalorado. En ese momento alguien susurró a sus espaldas lo que
se quedo tallado en mi cabeza:
¡Oh no! ¿Cantante? Ella está estúpida si
piensa que va triunfar, por lo menos debería tener lo necesario, ya saben, al
menos una cara de envidia y un cuerpo de reloj de arena.
Así me percaté que la gente no debía soñar, porque
jamás les sucedería. Y básicamente en que las personas no eran santos de
cualquier devoción, o eras partes de ellos, o no; y sí no entrabas en su grupo
ellos te comerían vivo.
Por aquel momento en que sonó la alarma,
ella salió apresurada al pasillo. Una chica bastante extraña le siguió los
pasos mientras que el chico que se sentaba detrás de mí soltó un suspiro. Él tenía que ser Cole, antes de que cambiara
su apariencia a una radiante.
Fue la última vez en que noté que ella
existía, y también cuando decidí ser parte de la mayoría que destruye a los más
débiles, pero con una diferencia, ser lo más hipócrita posible.
Jason
llegó.
─
Así que te han abandonado.
Lo
ignoré aparentando estar concentrada en ingerir alimentos. Cuando en verdad me
hallé desesperada, estaba sola y de repente me encontré con la idea que todos
veían como una Scarlett solitaria.
─ Vale, lo entiendo. ─ dijo sujetando su
almuerzo ─Por cierto disimula, no has probado bocado pero sí que te los comes
con la mirada.
─ ¿Celos?
Porque si es así, creo debes saber que… ─ quise continuar recordándole su lugar pero
éste se encaminó a interrumpirme y yo a dejarle atrás.
─ Por
cierto, Scarlett. ─ paré mi viaje ─ No es nada ─ y sonrió.
Estuve
sorprendida con tal actitud que me produjo salir de la cafetería pensante. Y
bien que esa sorpresa se le quedo cortita. Al recorrer un pasillo mis ojos se agrandaron. Era imposible, o antes
creí que siempre sería así. Irrumpí con un aclarado de garganta. Esto sabría
agridulce si pudiera describirlo.
Eylin
y Zack se separaron bruscamente, debido a mi aparición les cause tal reacción.
─ Vaya,
Scarlett. Nosotros… ¿qué tú…? ─ balbuceó Zack. Este actuó tan torpe que no
estoy segura como logró irse sin caerse.
─
¿Qué está pasando que no me has dicho? ─ solté hacía Eylin.
─
Apenas llevamos unas horas, es el primer día ¿qué quieres que te diga? Por
favor, no actúes así.
─ Claro,
tienes razón. Es sólo que pensé en que éramos amigas ─ estuve por irme y ella
me siguió.
─
Estuvimos hablando, ya sabes…
Empezó
a contarme todo, y no exagero, repitió detalle a detalle tan gratamente que
pareciera que lo volvió a vivir. Y asumí que ella no dio el primer pasó sino
que fue quien no esperaba.
.
Lo
que pasó fue que él se le acerco para iniciar una típica conversación, entre una clase a otra; ellos se escaparon y
no entraron porque el tiempo se les fue tan rápido (aunque solo hablaron de lo
que les gustaba al uno y al otro).
Básicamente
lo único que me llamo la atención fue que Zacarías la invito a una fiesta de
bienvenida en la casa de un Remy.
El
resto se volvió historia, ya que nunca había regresado a casa sin ellos, mis
casi hermanos. Aunque un un no sé qué me hizo pensar que tampoco ellos querían
tener mi presencia, por una cosa a otra. Leslie parecía incomodarle mi
presencia, Dustin comúnmente la seguía en lo que le placiera por lo que asimilé
que él también me evitaría; y claro Zack estaba sumamente abochornado para enfrentar
que los vi juntos.
En
el recorrido continuaba pensando en
la forma en que alcanzaría mis sueños más perversos para demostrarles que burlarse
de mí no era divertido.
1 comentario:
Wouuu amé estte capii, esta genial!
mas qe genial! dios fue una explosion de sentimientos, joder brii amo tus letras haha
me gusta cole... pero si no fuera tan ignorante con ella... joder
puta zorra novia de cole!
como la odio!
el capii me encanttó, esta
mas qe geniial, para mi gusto creo qe
voi a decir qe esta es mi historia
favorita =D aunqq el de Heaven tambn me gustta mucho, de momento haha
teqq
posttea prontto!
Andre*a
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